Figura mítica del barcelonismo, Kubala (Budapest, Hungría, 1927 – Barcelona, 2002) fichó por el FC Barcelona en junio de 1950, cuando llegó a la Ciudad Condal con un equipo de jugadores refugiados de países del Este llamado Hungría.
Asimismo, debido a varias trabas burocráticas, su debut oficial con el Barça se retrasó
hasta abril de 1951, aunque muy pronto se convirtió en el ídolo indiscutible de la
afición barcelonista.
Con él comenzó una auténtica edad de oro para el FC Barcelona. Kubala desplegaba su
juego en el centro del campo, y todas sus cualidades futbolísticas destacaban por su tono
superlativo: fuerza física fuera de lo común, técnica de un malabarista, extraordinaria visión de
juego, habilidad rematadora, maestría insuperable en el lanzamiento de faltas y penaltis y dotes de
líder en el terreno de juego.
Con él, el equipo de las Cinco Copas (1951-52) lo ganó absolutamente todo,
y si durante los años posteriores no pudo aumentar su palmarés fue por culpa
de las reiteradas lesiones que sufrió por acción de los defensas contrarios (a menudo con
la complicidad arbitral). Dichas lesiones fueron menguando progresivamente su capacidad. De
todos modos, a finales de la década de los 50, cuando era ya un veterano,
volvió a florecer bajo la dirección técnica de Helenio Herrera. Se retiró en 1961, pero pocos meses
después entrenó al FC Barcelona hasta que fue cesado en 1963. En 1980 volvió a acceder a la
dirección técnica del Barça, pero las cosas tampoco le fueron bien.
En 1993, el estadio de Montjuïc fue el escenario de un emotivo homenaje a su figura. Murió en
Barcelona el 17 de mayo de 2002. A título póstumo, el 5 de mayo de 2003, el Ministerio de Trabajo y
Asuntos Sociales le entregó la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.
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