Gràcia (Gavà, 1932 – Barcelona, 2005) procedía del fútbol base barcelonista y muy pronto destacó por su extraordinaria capacidad de sacrificio.
En su posición de lateral izquierdo de la defensa, fue paradigma de seguridad y regularidad.
Estas cualidades le hicieron imprescindible a ojos de los entrenadores que dirigieron el equipo
durante su permanencia, en especial durante el periodo 1955-63, en el que jugó un
promedio de casi 50 partidos por temporada.
Después fue más utilizado como valiosa pieza de repuesto en la defensa
barcelonista, pero él nunca planteó exigencia alguna ni fue el protagonista de ninguna
polémica, manteniendo siempre una relación con el club dentro de la más cordial
armonía. Un auténtico jugador de club.
Sígfrid Gràcia tenía marcada una línea de honradez y seriedad que le llevó a ser amado y
respetado por todo el mundo. Al fin y al cabo, ha sido uno de los jugadores más destacados de la
historia del FC Barcelona, un futbolista de mérito que siempre lo dio todo en el campo para poder
acabar el partido con la conciencia tranquila.
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