Considerado como uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol español, Luis Suárez (la Coruña, 1935) fue pieza clave del Barça de la segunda mitad de los 50, pero se fue en pleno éxito y su estallido definitivo fue fuera de nuestro club.
Fichado del Deportivo de la Coruña, ‘el gallego de oro’, como bien significativamente
era conocido, era un interior izquierdo que lo tenía todo como futbolista: técnica superior,
habilidad insuperable con la pelota en los pies, visión privilegiada del juego y gran capacidad
rematadora. Principalmente, pero, destacaba por su elegancia en el juego. De él se podría haber
dicho que podía jugar con esmoquin.
El Barça del técnico Helenio
Herrera (1958-60) debe buena parte de sus éxitos al sello del fino centrocampista gallego, que al
mismo tiempo tuvo que soportar la presión de una artificiosa campaña mediática y popular que
dividió a los aficionados culers entre partidarios de su persona (suaristas) y de Kubala
(kubalistas), cuando en realidad los dos cracks eran buenos amigos.
El año 1961, poco después de haber ganado la Pelota de Oro la crisis económica que padecía el
club forzó el traspaso al Inter de Milán por 25 millones de pesetas. Esto sucedió en el momento más
inoportuno, cinco días antes de la desgraciada final de la Copa de Europa que el Barça perdió ante
el Benfica, a Berna. Ya desvinculado del FC Barcelona, consiguió la gloria al equipo italiano, con
dos Copas de Europa y muchos otros títulos.
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