El FC Barcelona firmó una Liga de Campeones prácticamente perfecta hasta semifinales, donde cayó con el futuro campeón, el Inter de Milán. Sólo un gol privó a los hombres de Guardiola de la final de Madrid, que hubiera sido la segunda consecutiva.
El campeón de Europa quedó emparejado en el grupo más potente de los ocho que deparó el sorteo de
Nyon. Tres rivales campeones en sus respectivas Ligas le esperaban en el grupo F: Inter de Milán,
Rubin Kazan y Dinamo de Kiev.
Emoción con liderato final
El desarrollo de este grupo F fue apasionante hasta la jornada final. El empate inicial en
Milán (0-0), en el duelo que supuso el reencuentro de Eto'o, Ibrahimovic y Maxwell con sus
anteriores equipos, y la posterior victoria sobre el Dinamo de Kiev (2-0) permitían encarar la
liguilla con mucho optimismo. Una derrota inesperada en el Camp Nou (1-2) contra el Rubin Kazan
sacudió de lo lindo el grupo, igualadísimo después de tres jornadas disputadas.
Esta emoción se mantuvo tras el empate en Kazán (0-0), una nevera bajo cero grados en la que
Ibrahimovic estrelló un balón al palo en los primeros minutos de partido. La cita decisiva sería la
del 24 de noviembre: Barça-Inter. Y el equipo, a pesar de no contar ni con Messi ni con Ibra,
respondió con una primera parte de ensueño que dejó el partido y también la clasificación resueltas
(2-0). En Kiev, en la jornada final, los azulgranas únicamente confirmaron su liderato final en el
grupo F (1-2).
El Stuttgart, en los octavos
Mientras el equipo preparaba el Mundial de Clubes en Abu Dhabi el sorteo decidió que el
campeón de Europa debería enfrentarse en los octavos contra el Stuttgart alemán, un equipo bastante
mal situado en la Bundesliga cuando se celebró el sorteo pero en muy buen momento en febrero y
marzo, momento en el que tuvo lugar la eliminatoria. Un 1-1 en Alemania, con gol de Ibra, y un 4-0
contundente en el Camp Nou, con cuatro goles de jugadores canteranos, permitieron a los azulgranas
pasar de ronda cómodamente.
Unos cuartos de lujo con el Arsenal
El siguiente sorteo decidió que el Arsenal sería el rival en los cuartos, en un choque que se
presentaba como un duelo entre dos de los equipos más ofensivos y de mejor juego asociativo de
Europa. En la ida, en el Emirates Stadium, el Barça practicó el mejor fútbol de toda la temporada
en unos 45 minutos iniciales que no se olvidarán nunca. Después, en la reanudación, el partido se
complicó y ambos conjuntos tuvieron que marcharse a Barcelona con un 2-2 muy abierto. En el Camp
Nou, sin embargo, Messi apareció para dictar sentencia: cuatro goles suyos llevaron al equipo a
semifinales en una remontada vibrante (4-1).
El Inter, fin de trayecto
La final del 22 de mayo en Madrid cada vez estaba más cerca. Hasta que el equipo cayó 3-1 en
Milán en uno de los peores partidos del año. El FC Barcelona vio como un montón de circunstancias
le dieron la espalda durante aquella eliminatoria: la nube de ceniza obligó al equipo a desplazarse
hasta Italia en autocar y, allí, un mal arbitraje puso las cosas aún más difíciles. El barcelonismo
apeló a una remontada heroica durante toda la semana previa al partido de vuelta, que sirvió para
que toda Europa viera como cae un campeón: atacando, atacando y atacando. Pero el único gol del
partido, insuficiente para dar la vuelta la eliminatoria, llegaría demasiado tarde. Revalidar el
título, y hacerlo en Madrid, no sería posible.