19.03.2010 14:31
25 años de la Recopa de Grenoble
Meritxell Infante
El 19 de marzo de 1985, el Barça conquistó su primer título continental, la Recopa de Europa, al ganar en la final al Zalgiris de Kurtinaitis y Sabonis. Aquel equipo hizo historia con la eclosión de la generación de Sibilio, Epi y compañía.
Después de tres finales europeas perdidas, el Barça de baloncesto se sacó la espina en la final de
la Recopa de 1985 que se disputó en Grenoble. La sección azulgrana estrenaba su palmarés
continental en una noche mágica, que suponía el estallido de una generación única con Sibilio, Epi
y Solozábal como referentes. En el banquillo estaba Manolo Flores, que se había hecho cargo
del equipo dos meses antes debido a la salida de Antoni Serra.
"Tengo un recuerdo imborrable. Fue una fiesta maravillosa, que no puedo olvidar ", recuerda
Flores, ahora 'scouting' internacional de la sección de baloncesto azulgrana. "Además, en casa,
cuando llego, siempre lo recuerdo porque tengo una foto de ese día tan importante", añade.
Una final con todos los ingredientes
El rival de aquella final era
el Zalgiris Kaunas, uno de los grandes de Europa, con jugadores de gran nivel como Kurtinaitis,
Homicius o un joven Arvydas Sabonis. Los azulgranas, sin embargo, no se encogieron e hicieron una
primera parte de libro. Con un Chicho Sibilio inspiradísimo, el Barça acabó la primera parte con un
51 a 36 en el marcador, con un parcial de 11 a 0 antes del descanso.
En la segunda parte, sin embargo, el Zalgiris remontó y se acercó a sólo dos puntos cuando
quedaban ocho minutos para el final (63-61). En la recta final, Kurtinaitis tuvo en sus
manos el balón para empatar a 75, pero falló y De la Cruz sentenció al contraataque con
un mate. El 77 a 73 se quedó fijo en el marcador y el Barça de baloncesto entró por la puerta
grande en la historia en medio de la euforia.
Sibilio y Davis, con la Recopa. (Fotos: Archivo FCB)
Lleno de banderas azulgranas y 'senyeres'
Más de cinco mil aficionados culés se desplazaron a Grenoble para apoyar a ese equipo ganador. El
pabellón francés se convirtió por unos momentos en el Palau Blaugrana, con una invasión de banderas
azulgranas y 'senyeres', que hicieron sentir a los jugadores como en casa. El título se celebró con
fiesta tanto en la pista como en la posterior visita a la plaza de Sant Jaume.