03.05.2010 16:11
París: a la tercera, ¿la vencida?
Llorenç Tarrés
En la capital francesa el FC Barcelona ha jugado dos finales de Euroliga, ambas de doloroso recuerdo. En 1991 se sufrió una pesadilla en forma de equipo, la Jugoplastika. La de 1996 siempre será recordada por el tapón ilegal de Vrankovic a Montero.
De las diez participaciones del FC Barcelona en una Final a Cuatro, dos han tenido sede en París,
ciudad de recuerdo agridulce para el barcelonismo. En la capital francesa el Barça de fútbol ganó
una Champions, la de Ronaldinho, Deco y Rijkaard, la del gol de Belleti, sello inesperado de
campeón, pero también ha perdido dos Euroligas.
La pesadilla de la Jugoplastika
Dos ediciones marcadas en rojo en la historia del barcelonismo, aunque por motivos
diferentes. La primera derrota, la de 1991, fue a manos del Pop 84, la denominación que aquel año
tenía la mítica Jugoplastika de Split.
Este
pequeño club croata cocinó una hornada de míticos jugadores como Kukoc, Perasovic, Savic, Radja y
compañía, que se convirtieron en la peor pesadilla del Barça de Epi, Solozábal, Norris, Jiménez ...
A aquel gran Barça sólo le faltó el título europeo y eso es, sin duda, por culpa del conjunto de
Split.
En París, la Jugoplastika derrotó al Barça que entonces entrenaba Maljkovic en la final por
un ajustado 72-65, con un Zavic estelar (27 puntos, récord en una final de F4). Pero ya en Munich
(1989) y Zaragoza (1990), los croatas habían cerrado las puertas de la gloria al Barça.
El tapón más famoso (e ilegal) de la historia
La gran espina, sin embargo, el infausto recuerdo data de 1996, cuando el Barça volvía a
París para intentar, ahora sí, ganar su primera Euroliga. Tampoco pudo ser. Esta vez, debido a una
acción polémica que dio la vuelta al mundo.
Stojan Vrankovic y José Antonio Montero protagonizaron una de las jugadas más famosas de la
historia del baloncesto europeo. Barça y Panathinaikos se enfrentaban en la final -los azulgranas
habían derrotado al Madrid en semifinales, los verdes se habían deshecho del CSKA-, un partido que
los griegos dominaban claramente. Sin embargo, una espectacular remontada azulgrana dejó el
marcador en 67-66 a pocos segundos del final.
Entonces, una recuperación de balón permitió a Montero encarar la canasta rival,
pero su lanzamiento lo taponó ilegalmente el pívot Vrankovic. La enorme polémica generada sólo
sirvió para que la FIBA enviara posteriormente un escrito donde reconocía el error y proclamaba al
Barça como "campeón moral". La misiva aún sobrevive en el Museo del Barça, rememorando un
sentimiento de indefensión, de injusticia absoluta.
Han pasado 14 años desde aquella jugada. En París se perdió la final de 1991 pero la espina
de verdad es la de 1996. París, nos debe una y el Regal Barça de Xavi Pascual lo tiene bien
presente.