Michael Jackson, muerto ayer a los 50 años de edad, tuvo un vínculo con el Barça. Fue la noche del 9 de agosto de 1988, con una actuación que reunió a 60.000 espectadores en el Camp Nou.
El espectáculo contaba con la colaboración de Steven Spielberg y no decepcionó a nadie por lo
insólito e innovador del evento. Fue un show a medias entre el baile, la magia y la canción,
decorado con focos de última generación y rayos láser. El público se mostró totalmente entregado a
un artista muy sui generes que con sus contorsiones parecía ser de goma. Su estilo quizás no
gustaba a algunos, pero nadie podía dejar de reconocer que entonces ya llevaba vendidos 250
millones de discos y ya tenía más de veinte años de experiencia en el mundo de la música.
Artista desde siempre
Nacido en Indiana (Estados Unidos) el 29 de agosto de 1958, Michael Jackson empezó a cantar y
actuar con sólo cuatro años con sus cuatro hermanos mayores en el marco de fiestas escolares y
festivales locales. El año 1966 el grupo The Jackson Five debutó con el pequeño Michael como
estrella vocal. En 1971, con sólo doce años, grabó su primer disco en solitario: Got to be there.
Empezó entonces una carrera fulgurante de éxitos que llegó a su cima el año 1982 con la edición de
Thriller, el disco más vendido de la historia de la música.
A partir de entonces su vida osciló entre el furor mediático y el marketing más mayúsculo,
además de sus excentricidades personales y una gradual transformación provocada por la cirugía
estética. Cuando el 9 de agosto de 1988 actuó en el Camp Nou, ya era el indiscutible rey del pop.
Fantasía desbordada en el Camp Nou
Al margen de la música, el concierto de Michael Jackson en el estadio barcelonista fue
recordado como uno de los más sorprendentes que se vieron en Barcelona en los últimos años. El
escenario y los efectos especiales fueron diseñados por uno de los magos del cine, el director
Steven Spielberg.
Situado en el gol sur del Camp Nou, el escenario tenía unas dimensiones de 60 metros de
amplitud y 35 de profundidad, y de su techo colgaban unas veinte toneladas de focos que generaban
600.000 vatios de luz. Al lado, cuatro pantallas de vídeo ofrecían imágenes del concierto filmadas
por cámaras-robot.
Para visualizar este contenido es necesario descargar la última versión del Flash Player
Un ídolo que se mostró inaccesible
Michael Jackson pasó por Barcelona en medio de las más estrictas medidas de seguridad. Rodeado de
guardaespaldas, rodeado de un silencio informativo impenetrable, toda su estancia en la ciudad
condal estuvo marcada por el secretismo. En cualquier caso, trascendió que Jackson estaba alojado
en el hotel Ramada Renaissance, cosa que provocó que un grupo de fans se reunieran en la puerta
principal del establecimiento con la esperanza de ver a su ídolo, cosa que no sucedió.
En cambio, la histeria se desbordó cuando un miembro de la organización de la gira del
cantante lanzó al aire unas cuantas fotografías de Michael Jackson con su firma. Al fin y al cabo,
la popularidad del cantante era inversamente proporcional a su grado de accesibilidad popular.