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28.09.2008 13:27

El Barça dice “no” a la violencia

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El fútbol en general, y el Barça en particular, reflexionan sobre los incidentes en el Estadi Olímpic de Montjuïc. Cuando, en vez de hablar de goles, se habla de bengalas y del pánico de muchos provocado por unos cuantos, es que alguna cosa no marcha


La violencia en los campos de fútbol no es nueva. En los años setenta, en la Liga española, se decidió separar la gradería y los espectadores del terreno de juego a raíz de diversos incidentes. Fue cuando se obligó a los clubes a colocar vallas metálicas de protección (el Barça apostó por un foso, mucho más cómodo para el público). Y no es hasta los años ochenta cuando la animación por parte de grupos o peñas de gente joven llega a los diferentes campos y se convierte en un fenómeno habitual.

De la animación a la violencia

La iniciativa es loable – ¡gente joven dando color a la gradería!–, pero en muchos casos estos grupos acaban importando situaciones que ya se habían visto en otros países. Es cuando se reconvierten en el escondrijo, el refugio o el pretexto perfecto para los violentos. Sí, son carácteres, actitudes y comportamientos violentos que actúan amparándose en los colores, el escudo o la bandera de los diferentes clubes. Es una situación extendida, que no conoce excepciones.

En el caso del FC Barcelona, el más conocido de estos casos es una iniciativa que, desde el gol sur, pretendía apoyar al equipo, hacer ambiente y aportar color en los días de partido. Pero con el paso de los años, la violencia se convirtió en una de las formas de expresión de este grupo, que barraba el paso a los no radicales y olvidaba de manera inequívoca el gusto secular que la gente del Barça ha mostrado por el civismo, dentro y fuera del terreno de juego.

Más de un siglo de civismo

Si no hubiese sido así desde siempre, hoy no se nos conocería como ‘més que un club al món' (‘más que un club en el mundo’). Este orgullo cívico forma parte de nuestro patrimonio. Es tan nuestro como el campo o los colores y no estamos dispuestos a perderlo nunca. El ‘més que un club’ (‘más que un club’) no es una frase hecha, ni tan solo un ‘més’ (‘más’) cuantitativo, sino que es un ‘més' (‘más’) que habla de calidad. Es una manera gráfica, directa y eficaz de explicar que el FC Barcelona está hecho de la suma de las actitudes de calidad de su gente, desde los jugadores hasta los socios y aficionados.

Una apuesta decidida

Esta voluntad cívica y convivencial ha quedado especialmente reflejada desde el verano de 2003, en que el club ha liderado con contundencia el proceso de expulsión de los violentos del Camp Nou. Es un éxito de toda la institución: desde la Junta y el presidente que emprendieron este viaje sin retorno hasta los socios y los aficionados del Barça, que, a menudo –y es bueno recordarlo–, han sufrido las incomodidades de esta apuesta cuando se han dirigido hacia el campo o cuando, des de su localidad, han tenido que seguir los partidos sin el confort habitual.

El rebrote de la violencia en un campo de fútbol, en este caso con aficionados que usan símbolos azulgrana pero que en ningún caso representan a la afición del FC Barcelona, hacen comprometer nuevamente a toda la gente del fútbol, a todos los clubes y a todos lo que forman parte de él.

En los últimos años el Barça ya ha demostrado que, siendo inflexibles y actuando con convicción y contundencia, sin dejar ningún margen de comprensión malentendida hacia los incívicos, los estadios pueden quedar limpios de violentos. Los incidentes de ayer demuestran que éste es el camino. Es, nuevamente, el momento de la tolerancia cero contra la violencia, pese a quien pese, cueste lo que cueste.
El Barça dice “no” a la violencia

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