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Fútbol

06.04.2008 10:52

Cuarenta años del adiós de Benítez

Manel Tomàs


Hoy hace cuarenta años. El sábado 6 de abril del 1968, un día antes de un decisivo FC Barcelona – Real Madrid en el Camp Nou, una noticia terrible golpeó brutalmente a todo el mundo: el defensa uruguayo del Barça Julio César Benítez había muerto.


Una fulminante y traidora gangrena gaseosa se lo había llevado a los 27 años. La conmoción entre los aficionados barcelonistas fue tremenda, ya que Benítez era especialmente amado, no sólo por su clase superlativa y su espíritu de lucha, sino sobre todo debido a su carácter alegre y jovial. No en vano mucha gente le conocía por el niño grande y bueno. Amigo de sus amigos y compañero cordial de todos, sus últimas palabras, en el delirio final, fueron éstas: “¡Venga muchachos, adelante, que ya ganamos al Madrid por 2 a 0!”

Más de 150.000 personas

Enterrament_Benxtez_x21x.jpgAnte la capilla ardiente, instalada en el palco presidencial del Camp Nou, desfilaron unas 150.000 personas de toda edad y condición, en un emotivo peregrinaje que se prolongó desde las diez de la mañana del domingo 7 de abril hasta las tres de la tarde del día después. Los jugadores del Barça, acompañados por sus compañeros del Español y del Real Madrid, le velaron, aún incrédulos ante el drama que había sucedido. El madridista Gento, que había sido su gran rival dentro del terreno de juego, rezó durante largos minutos ante la capilla.

Recibió el afecto de todo el mundo

La cola de gente, ordenada y silenciosa, se extendía a lo largo de centenares de metros. De madrugada aparecieron taxistas y camareros que finalizaban su jornada laboral. Después, cuando aún el sol no había salido, se vieron trabajadores de los mercados. Ya al alba, llegaron hombres y mujeres que iban a la fábrica y al taller. Más tarde, los empleados de oficinas, almacenes y tiendas.

En definitiva, fue una manifestación impresionante de luto como pocas veces se ha vivido en la ciudad de Barcelona. Como se pudo leer en una publicación de la época, “esta muestra de solidaridad en el dolor, esta explosión de hermandad en torno a un jugador no podría explicarse si no estuviera detrás un club de las características del Barcelona. El Barça es un símbolo de nuestra tierra, de nuestra región. Algo profundamente enraizado en el espíritu y en el sentir de todos cuantos viven hondamente sus colores y los sienten y defienden como algo propio.”

Al lado del Camp Nou

Enterrament_Benxtez_x14x.jpgJulio César Benítez fue enterrado en el cementerio de les Corts, al lado del Camp Nou, a las seis de la tarde del lunes 8 de abril del 1968. El día siguiente se celebró el Barça-Madrid que no se había podido disputar el domingo y que se había aplazado dos días. Los compañeros de Benítez, agarrotados por la pena, no jugaron un buen partido y no pudieron dedicarle la victoria: el partido acabó con empate a un gol.

Una Copa con dedicatoria

Aquella Liga la acabaría ganando el Real Madrid, pero el Barça logró resarcirse al vencer en la final de Copa al equipo madridista en el mismo estadio Santiago Bernabéu (1-0). Fue la famosa “final de las botellas”. Aquel 11 de julio del 1968 Sadurní, Torres, Gallego, Eladio, Zabalza, Fusté, Rifé, Zaldúa, Mendonça, Pereda y Rexach pudieron decir: “Va a por ti, Julio”.
Cuarenta años del adiós de Benítez
Un fuera de serie
Benítez fue uno de los defensas de más categoría que ha tenido nunca el Barça en toda la historia. Nacido en Montevideo (Uruguay) el 1 de octubre del 1940, a los 16 años ya jugaba en la primera división uruguaya, en las filas del Racing Club de Montevideo. El año 1959 fichó por el Real Valladolid y un año después pasó al Real Zaragoza. Cuando el Barça se hizo con sus servicios, en agosto del 1961, ya era considerado un crack.

Con el equipo barcelonista ocupó diversas posiciones, ya que primero fue interior, después mediocentro y finalmente lateral. Si bien acabó siendo defensa, su mentalidad era ofensiva, de cariz creativo. Sus aptitudes técnicas, extraordinarias, le hacían un maestro con el balón en los pies. Además, era un especialista consumado en el lanzamiento de golpes francos. Como contrapunto negativo, su carácter, bondadoso fuera pero temperamental y apasionado dentro del campo, le ocasionó muchos problemas con los árbitros.

Jugó 259 partidos y marcó 28 goles con la camiseta azulgrana. Ganó la Copa 1962/63, la Copa de Ferias 1965/66 y, a título póstumo, la Copa 1967/68.

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