
05.03.2009 18:10
Jordi Clos
El entrenador Pep Guardiola ya sabe lo que es disputar el partido decisivo del torneo del KO. En su etapa como jugador, el Barça llegó tres veces. Por diferentes motivos, guarda aquellas gestas en un lugar privilegiado de su memoria.
El curso posterior, con Bobby Robson como técnico, el club
se volvería a plantar en la final de Copa. En esta ocasión el rival era el Betis y el escenario, el
Santiago Bernabéu. Nuevamente, el campeón se decidiría en la prórroga y esta vez la suerte
sonreiría al Barça (3-2). Figo (2) y Pizzi hicieron inútiles los goles del conjunto andaluz, que se
avanzó por dos veces por medio de Alfonso y Finidi. Pep Guardiola fue el dueño y señor del centro
del campo y asistió hacia Pizzi para que marcase el 2-2 que llevaba al tiempo extra. La Copa del
Rey fue el colofón de un año en que ya habían entrado en las vitrinas del Museo la Recopa y la
Supercopa de España.
Louis van Gaal cogería las riendas del equipo la temporada siguiente y,
como sus dos predecesores en el cargo, guiaría al Barça hasta la final de la Copa (la última hasta
hoy). Fue la campaña más dura para Pep Guardiola como futbolista, ya que sufrió una grave lesión en
los isquiotibiales que lo mantendría muchos meses inactivo. Por lo tanto, se perdió aquel partido
contra el Mallorca en Valencia en que el guardameta Ruud Hesp, en los penaltis, convirtió al Barça
en Rey de Copas. El capitán viviría alejado de los terrenos de juego un doblete –Liga y Copa-
que hacía cuatro décadas que no se producía.