04.09.2009 11:19
Unzué, la voz de la experiencia
Berta Brau
El técnico de porteros ha vivido grandes éxitos y dolorosas decepciones en el Barça. La experiencia es un valor añadido que aporta Unzué en la temporada de la reválida, para la que cree que se han tomado las “decisiones correctas”.
“Yo creo que el éxito de un equipo pasa por pasar página con autocrítica” o “lo
más importante que hemos hecho esta temporada es tomar decisiones cuando habíamos ganado” son
algunas de las consideraciones que Juan Carlos Unzué ha hecho en una entrevista en exclusiva en
Barça TV y www.fcbarcelona.cat. La presente temporada es la séptima del técnico en el FC Barcelona,
siete años en los que ha conocido la mejor cara del éxito y el dolor de la decepción. Una voz
experimentada que siempre es útil escuchar en una temporada que empieza.
Estamos comenzando una nueva temporada, pero que mantiene la misma dinámica. De hecho,
parece que la temporada no haya cambiado del todo…
“En parte es normal que haya esta sensación, porque los cambios no han sido
demasiado numerosos. Además, si sumas que la dinámica del grupo se mantiene en cuanto a actitud y
resultados, la sensación es que todo sigue igual. La verdad, sin embargo, es que éste también es
nuestro deseo, teniendo en cuenta los resultados de la pasada temporada. Lo que más buscamos es
mantener la actitud, ya que eso nos permitirá luchar por todo”.
El pasado es pasado, pero ¿se puede realmente pasar página después de una tan buena
temporada?
“Yo creo que sí. En el caso de los deportistas viven una dinámica en la que
todo va muy rápido y hay que pasar página porque enseguida hay un nuevo partido. Yo creo que el
éxito de un equipo pasa por poder pasar página con una cierta autocrítica y en cierta manera
tomarse cada partido como si fuera el último, el más importante. Ésta es la dinámica que ha llevado
siempre el equipo y que intentamos mantener”.
¿Como se consigue renovar la ilusión sin caer en un exceso de confianza?
“Una cosa es estar convencido de tus posibilidades y otra es confiarte de tus
capacidades. Es una línea muy fina y es esta línea la que es preciso tener mucho cuidado de no
sobrepasar, porque a menudo esta confianza que te genera tu propio juego te hace estar en una nube.
A veces olvidas de donde vienes y los detalles que te han llevado al éxito. Yo soy de los que
piensa que cuando quieres mantenerte a un nivel sin cambiar nada es cuando comienza la
caída”.
Para transmitir estos conceptos a los jugadores, los técnicos tienen que tener las cosas
claras. ¿Quién educa en este sentido a los técnicos?
“Se entiende que la experiencia ayuda. A mí personalmente me ha enseñado a relativizar
los hechos. Cuando la cosa ha ido bien no he perdido la esencia, ni he olvidado mis orígenes. A la
vez, sin embargo, tampoco me he sentido un fracasado cuando no me han salido bien las cosas, porque
he tenido la sensación de haber trabajado con honestidad y dando siempre el máximo rendimiento.
Esta sensación permite vivir con un cierto equilibrio y si tú estás equilibrado, si estás bien,
puedes transmitirlo al grupo”.
¿Ve similitudes o diferencias notables entre la situación presente y la que vivió en el
curso 2006/07? ¿Cuáles son los errores que no se tienen que repetir?
“Las experiencias sirven, pero también es verdad que no hay dos de iguales. Yo
creo que lo más importante que hemos hecho ahora es tomar decisiones cuando hemos ganado. Y
sinceramente creo que hemos tomado las decisiones correctas por como mínimo poder luchar. Yo creo
que éste es el cambio que veo que hemos hecho con respecto al año 2006. De todos modos hay que
tener claro que el haber tomado decisiones no quiere decir que tengamos que ganar. De hecho yo ya
llevo aquí siete años y la sensación que he tenido siempre es que había un buen equipo. Por lo
tanto, creo que el problema no ha sido en un momento dado de jugadores, sino más bien de no saber
mantener la esencia”.
¿Como vivió la pasada temporada?
“Es curioso porque a pesar de ser, junto con Paco Seirul•lo, el único que
continuaba del curso anterior, tuve la sensación de ser yo quién se tenía que adaptar al resto,
como si fuera el nuevo. ¿Por qué? Pues porque el grupo que llegaba ya tenía cogidos los
automatismos de trabajo, ya se conocían. Fue una sensación extraña de inicio, porque enseguida la
confianza que demostró el míster en todos nosotros facilitó la situación”.