13.10.2009 12:35
Berta Brau
21 años después de su entrada en la Masía, Sergi Barjuan ve repetida la historia. Como él en su día, sus jugadores del Juvenil B del Barça están centrados en "mejorar futbolísticamente y educativamente".
El técnico de Les Franqueses ve como los jugadores del Juvenil B azulgrana reviven experiencias
que le son muy familiares. La condición de exresidente le permite entender lo que están viviendo
los jóvenes futbolistas de la base azulgrana que tienen lejos la familia. En 21 años hay cosas que
han cambiado y otras que siguen igual.
Un chico muy aplicado
El lateral catalán aterrizó en la Masía a los 16 años, edad que ya le permitía tener claros
qué objetivos quería perseguir. Coincidió, durante sus tres años de residencia en la Masía, con
tres figuras clave del actual 'staff' técnico: Tito Vilanova, Aureli Altimira y un pequeño Josep
Guardiola. "Cuando yo llegué, ellos ya tenían su grupo hecho, tenían su habitación y casi
necesitabas contraseña para entrar", recuerda riendo el ex azulgrana. "Entonces -añade
Sergi-Guardiola iba con los más grandes, con Aureli y Tito, ya que empezó a vivir de muy joven e
iba con los grandes de la casa".
Una oportunidad única
A pesar de estar en plena adolescencia, Sergi Barjuan tenía claro que no quería
"desaprovechar el momento" que le había dado la vida "de estar en Barcelona para aprender, convivir
y compartir experiencias muy grandes positivamente y negativamente".
El paso del tiempo
Compaginar la formación escolar y futbolística no fue una tarea fácil para Sergi
Barjuan, ya que entonces "cada niño debía intentar llegar a donde pudiera". "Había una persona, el
Sr.Farrés, que se encargaba de llevar a la gente y, en algunos casos, tenía que convencer a los
jugadores para ir a la escuela ", recuerda Sergi. "Ahora es diferente, sobre todo a nivel de
formación, ya que los niños tienen una base más sólida, con representantes, padres que están
encima. Nosotros tal vez estábamos más desamparados en este sentido".
Dificultades superadas
Los viajes en metro, los transbordos y los viajes en autocar eran el pan de cada día de Sergi
Barjuan durante sus años de estudiante, unas rutinas "que se hacían un poco pesadas" que las hacía
solo. Eso ahora ha cambiado, ya que los niños van todos a la misma escuela: "Hacen las acciones
educativas juntos. No sólo se trata de sacar buenas notas, sino que hay un principio educativo que
hace que todo el mundo esté motivado para ir a la escuela".
La relación con el Avelino, el cocinero
Toda residencia cuenta con un personaje entrañable y en el caso de la Masía lo fue durante
muchos años el Avelino, el cocinero. Sergi Barjuan recuerda aquella relación con aprecio: "La
relación con el Avelino era muy grande, de hecho con toda su familia, ya que, como vivían en la
parte superior de la casa, eran casi ellos los que nos cuidaban. Nos ayudaba en todos los sentidos.
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