Hoy martes se cumplen diez años de la trágica muerte en un accidente de coche de Francisco Javier González Urruticoetxea, "Urruti" para todos. El recuerdo de este gran portero barcelonista perdurará para siempre.
El equipo, abrazando a Urruti. Foto: Archivo FCB
Fue en la infausta madrugada del 24 de mayo de 2001 cuando Urruti perdió la vida en un accidente de
coche ocurrido en la Ronda de Dalt de Barcelona. El mítico guardameta azulgrana, que en aquella
época trabajaba para el club como observador de porteros, volvía a casa después de cenar con unos
amigos en Vilanova i la Geltrú, con los que había seguido por televisión la final de la Liga de
Campeones disputada entre el Valencia y el Bayern de Múnich.
Un portero superlativo
Nacido en San Sebastián el 17 de febrero de 1952, Urruti fue uno de los últimos
grandes porteros que ha tenido el Barça. Desde muy joven dividió sus afecciones deportivas entre el
balonmano y el fútbol. Decidido a hacer carrera en este último, jugó como juvenil en el Lengo Koak
y el Sanse, debutando con sólo 17 años en la Primera División, defendiendo los colores de la Real
Sociedad. Jugó seis años en el equipo donostiarra (en aquella época ya empezó a interesar al Barça)
y seis más en el Espanyol. En la temporada 1981-82 fichó por el FC Barcelona, donde se reencontró
con "Pello" Artola, que había sido compañero suyo en la Real Sociedad. Ganador del Trofeo Zamora en
la Liga 1983-1984 con 26 goles en 32 partidos, Urruti era un portero superlativo que destacaba por
su agilidad y seguridad, así como por su capacidad de liderazgo.
"Urruti, t’estimo!"
Urruti se hizo famoso en todas partes cuando detuvo un penalti en el
estadio José Zorrilla de Valladolid, con 1-2 en el marcador, que le dio la Liga 84/85 al Barça a
falta de cuatro jornadas. La famosa frase pronunciada con toda su alma por el locutor de radio
Joaquim Maria Puyal "Urruti, t’estimo (te quiero)!". Simboliza la adoración que los culés
sentían por el portero donostiarra. Hay que decir que se la había ganado a pulso por su categoría
futbolística y también por su carácter, carismático, extrovertido y bondadoso. De hecho, Urruti
siempre estuvo dispuesto a apoyar a las causas más justas. Una vez le preguntaron: "¿Qué harías si
tuvieras las llaves del cielo?" Y él contestó: "Abrir las puertas a todos".
Héroe frustrado en Sevilla
En la final de la Copa de Europa en Sevilla (1986), Urruti paró dos
penaltis a los delanteros del Steaua de Bucarest, pero desgraciadamente esto no evitó la derrota
del Barça. La llegada de Andoni Zubizarreta en la temporada 1986-87 le llevó al banquillo, donde
continuó haciendo una impagable labor como líder y portavoz del vestuario. Dejó el Barça en 1988
con un balance de 220 partidos jugados y un palmarés de una Recopa, una Liga, dos Copas del Rey,
dos Copas de la Liga y una Supercopa de España. Urruti siempre mantuvo su militancia barcelonista.
Sentidas muestras de luto
El funeral de Urruti desbordó la capacidad de la iglesia de Santa Tecla, donde se celebró el
oficio religioso. Asistieron al entierro numerosas personalidades del deporte, la política y la
cultura. Los brazaletes negros que lucieron los jugadores del Barça, la bandera a media asta que
ondeó en el estadio y los numerosos homenajes que a lo largo de más de una semana se sucedieron en
su memoria, fueron una muestra del respeto y de cuya estimación Urruti era objeto. Así, el 4 de
junio de aquel 2001 se celebró en el Miniestadi un homenaje póstumo mediante un torneo triangular
entre el Barça, la Real Sociedad y el Espanyol bajo el lema "Urruti, te queremos."