17.06.2008 14:33
Un año de esfuerzo y evolución constante
Jaume Marcet
Josep Guardiola ha ido creciendo con el Barça B a medida que ha avanzado la temporada. El filial ha experimentado una evolución ascendente en todos los aspectos desde que el de Santpedor tomó las riendas del equipo.
Cuando Guardiola aceptó el reto de dirigir el filial, era consciente de que su primera temporada
ejerciendo de entrenador no sería un trabajo fácil. Había que reconstruir un equipo que acababa de
sufrir un choque emocional importante. El Barça B tenía que jugar en una categoría, la Tercera
División, en teoría poco favorable al clásico juego técnico de los azulgranas.
Adaptación a la nueva situación
Desde el primer día de entrenamientos en la pretemporada, Guardiola mentalizó a sus jugadores
para aceptar rápidamente la nueva situación del equipo: “Yo soy un entrenador de Tercera,
todos somos de esta categoría y no debemos pensar que podríamos jugar en divisiones más
altas”. El técnico de Santpedor predicaba desde el principio la humildad y el esfuerzo diario
como la mejor medicina para superar este reto.
Inicios complicados
La plantilla que se configuró resultó una mezcla de jugadores de diferentes procedencias.
Había un grupo de jugadores que continuaban de la temporada anterior, otros habían ascendido del
Juvenil y del C y un tercer bloque eran las nuevas incorporaciones. Todos ellos, sin embargo,
congeniaron rápidamente y unidos afrontaron todos los obstáculos que se iban presentando.
La primera derrota de la temporada, en Manresa (2-0), marcó
un punto de inflexión. Guardiola habló claro a sus futbolistas: “Lo que no tenemos que perder
nunca es la actitud y las ganas de jugar y trabajar al máximo y hoy nos han ganado por
actitud.” Éste fue uno de los pocos reproches que Guardiola tuvo que hacer a sus jugadores.
En cada comparecencia pública, el entrenador del B destacaba: “Estoy orgulloso de este grupo
de jugadores, pueden jugar mejor o peor pero su comportamiento es impecable”.
Siempre instalados en las posiciones de privilegio de la Tercera División el Barça B hacía
del Miniestadi un fortín. Fuera de casa el B sufría más para imponer su fútbol. El juego más
rudimentario de los rivales y los campos pequeños y de césped artificial eran hándicaps difíciles
de superar.
Segunda vuelta estelar
Despacio y sin estridencias, el oficio y la solvencia de los partidos de casa se fueron
trasladando a los partidos jugados a domicilio. Las victorias en los campos de Palamós (0-1) o
Santboià (0-2) evidenciaban un cambio en el equipo de Guardiola que se explicaba, entre otros
factores, por el único refuerzo para afrontar la segunda vuelta: “La llegada de Chico en el
mercado de invierno nos ha dado mucha solidez”, comentaba el técnico. Con estos resultados y
manteniendo la línea excelente del Mini, el B se aseguraba luchar por el ascenso a cuatro jornadas
para el final.
Objetivo, ser campeones
Una vez asegurado el cuarto lugar, el equipo no perdió
fuelle. Guardiola motivó a sus jugadores para “conseguir luchar hasta el final con el Sant
Andreu por el primer lugar”. De este modo el filial mantuvo su espíritu ganador y
competitivo, un factor que se considera clave para no llegar al play-off en un estado de
relajación. Después de empatar en casa contra el Sant Andreu (1-1) y ganar en la última jornada al
Europa (0-1), Guardiola celebraba con sus jugadores en el Nou Sardenya el título de campeones de
Liga de Tercera División. El de Santpedor felicitaba a sus futbolistas: “Ha sido una
temporada excelente en la que nos hemos podido imponer a un gran Sant Andreu”.