25.03.2010 17:15
Recuerdos del Dom Sportova
Meritxell Infante
Después de ganar tres Copas de Europa contra el Zagreb, los jugadores del Dream Team tienen un buen recuerdo del Dom Sportova, la pista donde jugaba el equipo croata. Y eso que eran partidos de alto riesgo y eran recibidos de manera hostil.
Hace nueve años que el Barça de balonmano no juega en Zagreb, pero las ganas de volver entre los
supervivientes del Dream Team eran grandes. No en vano, allí ganaron tres Copas de Europa
consecutivas contra el equipo de la ciudad, el mítico Badel Zagreb, el gran rival de los azulgranas
en la década de los 90. El viernes vuelven, y el sábado jugarán contra el mismo equipo, ahora
conocido como Croatia Osiguranje Zagreb.
Un ambiente impactante
Entre 1997 y 1999, azulgranas y croatas disputaron tres finales muy intensas, en partidos de
ida y vuelta. Los de Zagreb se disputaban en el Dom Sportova, un pabellón lleno con 12.000 personas
que no paraban de animar con cánticos, pero con mucha hostilidad hacia al equipo rival. "Estabas
tensionado. Impactaba un pabellón tan lleno ", recuerda Toni Rubiella, segundo entrenador del
equipo. "Algunos se giraban y te enseñaban el culo, pero tanto Valero como yo ya hacía tiempo que
estábamos en el banquillo y no nos dejábamos llevar por el miedo".
Un recibimiento con lluvia de objetos
El recibimiento al equipo
rival, cuando salía a calentar, era una lluvia de objetos de todo tipo. "Caían monedas, llaves,
encendedores, chapas, móviles, incluso, una navaja abierta", recuerda Xavi O'Callaghan. "Zagreb es
el único campo en mi vida donde he tenido que mirar donde estaba la salida por si tenía que salir
corriendo", añade. "Los seguidores radicales del Zagreb, en su zona, no tenían sillas, porque las
arrancaban y las lanzaban al campo, y no las reponían", apunta Enric Masip.
Medidas de seguridad en la llegada
Pero el partido no empezaba en la pista, sino mucho antes. La tensión previa hizo
que, en la final del 98, la comitiva azulgrana fuera recibida rodeada de medidas de seguridad.
"Recuerdo que íbamos por la autopista y estaban todas las salidas cerradas con furgones de policía,
y nos prohibieron salir del hotel, pero lo hicimos y no pasó nada", explica Barrufet. "Cuando
íbamos a entrenar al pabellón, nos ponían en el marcador el resultado que necesitaban para remontar
la eliminatoria, y por la calle, la gente señalaba con la mano la diferencia de goles con que nos
ganarían", recuerda Masip.